maria varas

Pintar, para mí, es una Sagrada Aventura. Creo que a través del pincel, la Luz baja del cielo a la tierra, y se ancla en la tela, por medio del color y la forma. Si tengo suerte, sobre el lienzo, me estará esperando una Geometría de líneas invisibles, sobre las que montaré el dibujo para que no se escape. Y en ese momento, todo puede ocurrir. Principalmente y lo más maravilloso, sería que la Pintora desaparezca, y que solo el presente me sostenga, dejándome mecer sobre la obra, a merced de la Intuición como única Guía. La mente lineal debería también dejar de aconsejarme. Cuando esto ocurre, agradezco. Y entro en Oración. Como si cayera por una escalera en espiral, donde el Silencio abre los chakras de las palmas de mis manos y deja salir lo imprevisto. Entonces la pintura se vuelve canción, violines, arpas, liras y flautas, pájaros y flores, árboles y cristales. El taller transformado en un bosque de Musas Medievales, despliega fractales de estrellas, para iluminar, sobre todo, mi corazón. Recuerdo! Todos los grandes maestros, místicos y alquimistas de la historia han conocido este secreto. El arte es Magia. Es un portal cuántico hacia otras dimensiones. Un puente invisible, que une lo de Arriba con lo de Abajo. Y todos podemos conectar con este inmenso poder. Cuando pintamos o cuando observamos lo que otros artistas han pintado, y abrimos nuestro corazón a las vibraciones que cada pintura puede traer en forma de códigos , a nuestras células y a nuestras almas. Es un Misterio. Pero al pintar, el misterio se devela. Lo sé, lo sé! Aunque al lavar los pinceles, vuelva a olvidar, una y otra vez. Porque cada vez, cada mañana, cada día, cuando pincel y tela se encuentran, algo de mí vuelve a la Fuente. Y algo de la Fuente, baja a la Tierra.

"Tu alma no es de este mundo. Mira tu pincel, es la llave! Abre la antigua puerta y regresa."